Revisar cómo vas en el logro de tus metas es tan importante como fijártelas. Si has estado leyendo el blog, verás que me propuse a principio de año escribir una entrada diaria… Y si te fijas, lo que es bien, bien no ha ido. Voy a usar este ejemplo para contarte cómo revisar el camino hacia la consecución de tus objetivos. ¡Espero que te sea de ayuda!
Primer paso: qué quieres conseguir, cómo, cuándo, por qué y cómo sabrás que lo has logrado
En mi caso, el objetivo (qué quiero conseguir) era hacer una publicación al día en el blog durante tres meses (en la definición incluyo la frecuencia y la duración de la conducta a implementar, para que así resulte más fácil ver cómo voy en la consecución de la meta).
¿Cómo hacerlo? No voy a adjuntar fotos del proceso de toma de decisiones y elección de temas, porque los papeles están un poco desastrados (creo que no soy la única que cuando se pone creativa se sobrescribe mil veces), pero sí puedo contarte que hice tres listas: la primera, con los temas de los que ya había escrito, para no repetirme como el pepino; la segunda, con temas que me gustan, útiles o interesantes; la tercera, con dudas y preguntas que se han ido repitiendo últimamente en consulta o que me han planteado personas cercanas.
En el tercer punto aparecen las dificultades: cuándo hacerlo. He intentado diferentes momentos del día: por la mañana, los días que no tengo trabajo de oficina que hacer (como ahora mismo, por ejemplo), escribir el mayor número de artículos posibles y programarlos; por la tarde, después de pasar consulta, con algún tema que haya surgido y crea que puede ser útil a la población general (no dejo de escribir artículos de divulgación a fin de cuentas); los fines de semana, cuando tengo más tiempo libre y los jugos creativos fluyen con más facilidad… De verdad que he intentado hacer un hueco en mi agenda para poder acomodar esta nueva tarea. Pero aquí aparece un fallo común en las planificaciones: no he sido realista. Así que por no tener un momento específico, ni un tiempo fijo para poder dedicarle a la tarea, se me ha ido al traste.
¿Por qué me propuse escribir en el blog a diario? Está la forma bonita y la real de contarlo. La real es que lo vi en un blog, y me pareció buena idea (hola, ¿decisión impulsiva?); luego lo razoné y me planteé que a Mr. Google le encantaría ver que el blog está vivo y con movimiento. Vaya, que me puse a razonar una decisión impulsiva. Creo que tú también hueles el tufillo de la frustración inminente.
Por último, cómo saber si has conseguido lo que te has propuesto. En mi caso, es fácil. Si he escrito o no. No te compliques la existencia con criterios complejos, porque no hace falta. Si tu objetivo es perder peso, ponte submetas semanales (chicas, cuidado con el tema del periodo aquí); si es entrenar cuatro veces en semana, márcalo en el calendario. Si es comer bien, tres cuartos de lo mismo. Búscate la forma de registrarlo sin que te vaya la vida en ello: bien sea en tu agenda, poniéndote un objetivo en Google Calendar (échale un vistazo a esta opción de la aplicación, es la bomba), con la app “Hábitos” o simplemente poniendo un tic en tu calendario. Vuelvo a lo mismo: cuanto más sencilla sea la verificación, mejor.
Segundo paso: revisar, recapitular, reajustar
Una vez que lleves un tiempecito (en mi caso, un mes mal contado) con la nueva tarea a conseguir, revisa cómo vas:
- ¿Vas bien? ¿Lo estás consiguiendo? Fíjate en los efectos positivos que está teniendo en tu vida haber metido esta nueva conducta, y si tienes un hueco, ponlo negro sobre blanco; y sobre todo, prémiate.
- ¿Vas regular tirando a mal? Revisa qué falla, e intenta solucionarlo.
Vuelvo a mi ejemplo. Me ha ido mal. No soy capaz de sacar el tiempo necesario al día (que no siempre es el mismo, porque hay veces que los artículos parece que se escriben solos, y otros en los que me atasco) para documentarme, escribir, revisar, hacer todas las tareítas que implica colgar un artículo, y difundirlo en redes sociales. No me da tiempo hacerlo a diario y punto. Si fuera instagramer o blogger, no tendría problema. Pero soy psicóloga. Autónoma. Mi vida laboral gira en torno a pacientes, facturas, informes, contestar mails, atender el teléfono, dar citas y cambiarlas, coordinarme con mis compis en los centros médicos en los que curro… Implica mucho más tiempo del que dedico a estar pasando consulta exclusivamente. Además, soy un ser humano al que le gusta dormir sus nueve o diez horas al día (es lo que hay, jejejeje), descansar, tener la casa recogida, la ropa limpia, comer bien (incluso para el batch cooking hay que sacar su ratito), y tener ocio variado y de calidad.
Escribir los artículos los findes quedó descartado a una velocidad pasmosa, porque como ya he puesto en un artículo anterior, hay que gestionar bien el tiempo los fines de semana para poder ser más productiva de lunes a viernes. El día tiene un número determinado de horas, y yo tengo una cantidad determinada de energía, si se cae algo de la lista, se cayó. Sin estrés ni aspavientos.
A esto se une que psicóloga cansada es psicóloga poco efectiva, así que en defensa de la calidad de mi trabajo, tengo que priorizar sí o sí. No me doy la paliza, ni rumio sobre el fracaso estrepitoso de mi intento de ser blogger. Básicamente, porque no lo soy. Me había fijado una meta poco realista, y antes de machacarme, reajusto.
Posibles efectos secundarios
Tal vez, a pesar de no conseguir lo que te has propuesto, hayas logrado otros objetivos que ni siquiera te habías planteado, y que sean incluso mejores. En mi caso, estoy leyendo muchísimo. Si hago una revisión de mis valores personales, para mí es mucho más importante sacar un ratito para leer todos los días, que para escribir en el blog.
Si has pegado un batacazo a la hora de conseguir tu objetivo fijado, antes de frustrarte, reflexiona sobre los aprendizajes que has podido sacar, o sobre las conductas alternativas que has desarrollado. En mi caso, que me hace mucho más feliz, me ayuda a desconectar y a hacer mejor mi trabajo poder sacar un ratito al día para leer. En el tuyo, puede ser que hayas descubierto que ir y volver en bicicleta del trabajo es mucho más gratificante que hacer zumba cuatro veces en semana. Así que antes de descartar la experiencia, fíjate si puedes sacar algo constructivo.
A fin de cuentas, unas veces se gana, y otras se aprende.
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